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Versión apícola de la llorona. (Parte II)

Parte II

Entonces _______ volvió a observar sus pies y los callos que no la dejaban caminar dolían, punzaban, como si hubieran adquirido vida propia latían sin detenerse . _______ no sabía que hacer, lo único que restaba era gritar. Y lo hizo, acto seguido, Ventana cayó a pedazos y Viento comenzó a cantar dentro de la habitación. Entonces, _______ volvió a observar sus pies.

Mientras _______ observaba, Viento cantaba al tiempo que rodeaba con sutileza el cuerpo frío que habitaba el cuarto. Viento quizo ayudar, y trató de hablar con _______ sin obtener éxito en ser escuchado. Así que, nuestro amigo bienhechor escupió con su melodía a Globo Rojo. Este último cayó sobre la fotografía, ese amuleto que se desgastaba sin esperanza en el intento sin fin por llamar a Destino. Mientras _______ observaba, Viento cantaba.

_______ tomó el amuleto entre sus manos, y con el filo de ese papel fotográfico (ahora casi imaginario) hizo una incisión precisa en esos pies. El filo atravesó lentamente los callos y gota a gota el suelo se fue llenando de un líquido morado muerte, de ese que transita entre lo putrefacto y lo misterioso. Los pies se drenaron por completo y de pronto todos los Sueños salieron uno a uno de sus pies e inundaron la cama. _______ tomó el amuleto entre sus manos.

Entonces, _______ miró a Globo Rojo y después volteó a ver a los pequeños Sueños que no dejaban de revolotear en su cama. _______ sorbió cada sueño sin tragarlo, acto seguido, agarró a Globo Rojo, lo acercó a su boca y sopló, Sueño entro al globo, y luego otro Sueño, y luego otro Sueño y luego... pasaron varias horas hasta que todos los Sueños habían abandonado la cama. De pronto, Globo Rojo estaba flotando. Globo Rojo se posó en sus manos, entonces, _______ miró a Globo Rojo.

Versión apícola de la llorona. (Parte I)

Parte I


_______ siempre caminaba mucho, buscaba en sus pies la ruta para poner orden a sus ideas. Siempre caminaba mucho. Sus pies recorrían el frio de la madrugada, el rayo del medio día y el viento de la noche, sus callos guardaban la desilusión d sus sueños estrellados. _______ siempre caminaba mucho. Así sucedía, así sucede, y tal vez, así sucederá...

Un día, los callos de _______ se hicieron muy grandes, tanto que ya no podía caminar. Apenas lograba alejarse 10 metros de su casa cuando ya tenia que regresar para refugiarse en su madriguera y que los fantasmas nocturnos no le encontraran. Un día, los callos de _______ se hicieron muy grandes. Al llegar a su alcoba _______ volvió a la caja que resguardaba los recuerdos, la abrió cuidadosamente para que éstos no se escaparan. Tomó aquella primera foto, la llevó a su cama y la observó con ese sentimiento de melancolía. (La melancolía es un estado traicionero, pue siempre golpea a la lógica por la espalda). Un día, los callos de _______ se hicieron muy grandes.

Así pues, _______ observó la foto, y con ambas manos la llevó a su frente tratando de hacer el llamado al destino. _______ observó la foto.

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